DEL NUNCA MÁS AL #NIUNAMENOS

La noche del miércoles fue muy intensa y todavía me estoy recuperando.

Empecé a flashear con la idea de hacer una revista que reivindicara lo femenino sin caer en el corset intelectual que aprisiona a todas las revistas femeninas de Argentina en el 2013, génesis de mi militancia de la perspectiva de género. El miércoles fue la confirmación de que no estaba exagerando con nada de lo que pensaba o decía.

No podías ni llegar a Corrientes y Callao. Yo venía del trabajo, excitada por el trabajo nuevo pero puteando internamente porque todo siempre cae en la misma semana. Quería armar volantes, carteles, imágenes pero nada de eso sucedió y eran las 18 menos cuarto y yo no podía llegar ni a Corrientes y Callao porque había miles de mujeres caminando despacio sin dejar pasar a mi ansiedad.

Después entendí que estaban haciendo lo mismo que yo y me relajé un poquito.

La avenida Callao ya era territorio del #NiUnaMenos, sin policías a la vista – aunque después vi las filas de la Policía Federal Argentina integrada únicamente por mujeres – pero lleno de señoras y señoritas que no sabían bien dónde ir. Maitena, Juan Minujín y Erica Rivas habían leído el documento hacía media hora ya en frente del Congreso de la Naciòn, entre bombos y fuegos artificiales que incomodaron a más de una, y habían pedido que las masas movilizadas se empezaran a desconcentrar.

(Tres días después, uno de los reclamos del documento ya había sido atendido: se creó la Unidad que atiende a que haya datos certeros sobre femicidios)

La mayoría de las organizaciones políticas afines al kirchnerismo decidieron encarar para Plaza Lavalle, en frente de Tribunales. Es para reflexionar que Plaza de Mayo haya sido dejada de lado como opción para esta manifestación.

Ríos de mujeres y hombres yendo y viniendo, con sus carteles hechos a mano para la ocasión, algunos simplemente con la consigna colgada alrededor del cuello, las más organizadas con remeras de la convocatoria, pero sobre todo mucho ingenio y destreza manual.

Los celulares se habían prendido al modo movilización y no funcionaban. Yo rebotaba de un lado para otro con lágrimas en los ojos porque la escena de la Plaza Dos Congresos era muy fuerte. Estaba más llena que todas las movilizaciones opositoras u oficialistas de los últimos dos años.  Una nena vestida de princesa abrazada a su mamá fue la metáfora más firme de la amplitud del movimiento. Un grupo de performance, hombres y mujeres vestidos de negro, repetían en círculo que el femicidio, la trata de personas y el abuso de menores eran de los peores crímenes de la humanidad. Gritaban «basta». Yo lloraba abrazada a mi hermana.

Estuvo en boca de muchos que la concentración del miércoles era un punto de inflexión, concepto que comparto, pero creo que deberíamos hacer un poco más de historia. No es la primera vez que las mujeres salieron a la calle, tenemos Abuelas y Madres que vienen haciendo eso hace mucho, manifestándose contra la misma violencia estatal y societal que hoy denunciamos. Debemos reconocer que las argentinas tenemos un legado de lucha  que el miércoles pusimos en práctica. Desde la organización misma de esta convocatoria, por redes sociales y con un hashtag que estuvo tres semanas en los Trending Topics de Argentina, sí, de esos que cambian a cada hora. Más allá de la hipocresía de tipos como Marcelo Tinelli y Mauricio Macri que se sumaron a la foto con el cartel porque «queda bien», más allá de que Cecilia Pando no entienda que el reclamo es casi el mismo que el de las madres y abuelas de desaparecidos, más allá de que todo se termine banalizando a fuerza de canales 24 horas de noticias, tenemos mucho de que estar orgullosas y orgullosos porque pudimos demostrar que no somos indiferentes a las muertes violentas de jóvenes a lo largo y a lo ancho del país. Y hoy, a seguir organizándonos, continuar levantando la voz ante esas pequeñas injusticias que después se convierten en muertes violentas. Porque ahora sí entendemos lo que sucede.

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