AÑO NUEVO, VAGINA NUEVA

¿Sabías que tu vagina está envejeciendo y aflojándose mientras leés esta oración?

Ah, ¿estabas preocupada por otras cosas más visibles como patas de gallo, arrugas en las manos o celulitis? ¿No estabas preocupada para nada porque sos una púber de 21 años? Todas equivocadas. Aparentemente a partir de los viente se empieza a perder grasa en los labios mayores y mons pubis (la parte de la vulva donde suelen haber pelos), y después te empieza a cambiar el interior de tu vagina, hasta que llegás a la menopausia y mejor que te suicides porque nadie va a querer tu concha poco irrigada de sangre con músculos pélvicos debilitados.

Y supuestamente habría vínculos entre una concha caída y pasarla mal en la cama. Una investigación en Psychology of Women Quarterly concluyó que las mujeres que no estaban satisfechas con la apariencia de sus genitales tenían menos auto-estima sexual y satisfacción.

Y acá, que ya debés estar mega preocupada por tu salud vaginal, tenés dos opciones: hacerte la gran Alejandra Pradón y pasar por el quirófano para una vaginoplastia  -por favor, por tu sanidad mental no le digas la «nena», se presta a muchísima confusión- o podés seguir las 7 recomendaciones para mantener a tu vagina joven, que varía desde lo que es sentido común médico, como no subir y bajar de peso muy drásticamente porque afecta a tu concha,  hasta lo aburrido como «no andes en bicicleta» porque la fricción constante entre vulva y asiento puede tirar y estirar tu labia.

Avoid the Yo-Yo
If you gain and lose, you can expect your vulva to flop. “The more swings in the size of an area, the more stretching,” says Pelosi. Equally important is maintaining a healthy weight. If you’re super skinny, your private parts can start to look as gaunt as your face as soon as aging sets in. “We see women who are 35 years old, but look much older because they have no fat in their face,” says Boyle. “Similarly, the labia majora can take on a saggy appearance—and once you lose that fat, you’re not going to gain it back.”

Kick up Your Kegels
You’ve probably read about the merits of Kegels a million times: tighter vagina! Better sex!—but there’s a good chance you’re still doing them wrong. “Women don’t do enough of them, and they don’t hold them for long enough,” says Pelosi. The routine he suggests: Contract your pelvic floor muscle five seconds, relax, and repeat 100 times, three times a day. Sound daunting? You can make Kegels fun by squeezing a few reps in during sex. You can imagine pinching your partner’s penis with those muscles, which helps you target the right spot (and gives your guy an extra, pleasurable sensation), Boyle says. (Also, keep in mind these 8 Things Men Wish Women Knew About Sex.)

Ditch Your Office Chair
For a little extra workout—for your vaginal muscles, that is—trade your desk chair for a Swiss ball for 15 minutes a day. This forces the muscles of your pelvic floor to contract, without doing a single squeeze, says Pelosi. “It feels like nothing is happening, but it’s a very efficient way to keep the pelvic floor toned,” he says.

Stay Sexually Active
The whole “use or lose it” idea applies to your vag, ladies. “If you’re not getting stimulation and increased blood flow to that area, the tissue and muscle can change,” says Boyle. Blood flow is critical for lubrication (and orgasm)—which you naturally start to lose as you age. Plus, if you and your guy aren’t worried about pregnancy, his semen may have an anti-aging effect, thanks to the hormones, fatty acids, and anti-inflammatory compounds, say Spanish scientists. (And speaking of sexual satisfaction, here are 7 Tips for a Better Orgasm.)

Re-Think Long Bike Rides
Training for a triathlon? Know this: The constant friction of crotch-to-seat contact can pull and stretch your labia, especially if you have naturally pronounced outer lips, says Christine Hamori, M.D., director of Cosmetic Surgery + Skin Spa in Duxbury, Massachusetts.

Y no sólo son vaginas jóvenes, si no, directamente, a estrenar. La Miss Bumbum se reconstruyó el himen para hacer una sesión de fotos «diferente», Adabel Guerrero hizo combo con implantes mamarias y de pronto se sintió «nueva», en la novela Que ricos tan pobres -mejor nombre del mundo- la actriz Ingrid Martz interpreta a una mujer a la cual le hicieron «el servicio completo de vaginoplastia» porque se suponía que debía llegar vírgen al matrimonio. D.G., una paciente del Instituto Argentino de Rejuvenecimiento Vaginal Laser, testimonió: «Ya que me sentí apenada desde niña por el tamaño de mis labios, sabía que este procedimiento no tenía nada que ver con mi vanidad, sino con la incomodidad constante que sentía».

No, esta gente no está completamente loca ni son Frankensteins en progreso. Cuando todos los sistemas que han construido las mujeres para sostenerse -sea Dios, la religión, la Nación, la Ética, la Familia, la Sociedad- se han destruido en el afán del progreso, lo que sufre los impactos de la vida es el cuerpo. Cuando el estatus social se logra por la juventud, la belleza o la cantidad de seguidores que uno tenga en Twitter, va a ver gente que se reconstruye el cuerpo persiguiendo lo inalcanzable. Y en el caso de estas mujeres en particular, pasa todo por la vagina. Y no nos afecta nada más a nosotras, una simple búsqueda en Google demuestra que los hombres por estas latitudes están igual de preocupados.

Así que a relajarse, muchachos y muchachas, les deseo un nuevo año con la mejor concha posible.