Este es un post en respuesta a un artículo, La trampa de hablar de cultura machista que responsabiliza a todos y a nadie, publicado en sitio web del Partido Obrero el pasado 15 de junio, que intenta disipar la confusión honesta que se generó tras un tuit semi-desafortunado de Jorge Altamira.
El tuit en sí mismo es anecdótico, pero el artículo escrito por Chuli es una excusa para golpear el feminismo k por haber sido gobierno 12 años. A las explicaciones por la confusión honesta se le dedican dos párrafos que cometen el yerro de intentar separar el patriarcado, la explotación institucionalizada de la mujer y la cultura machista bajo la hipótesis de que se puede definir una relación de causalidad entre ellos.
La idea fuerza de la nota es que el feminismo K dialoga con una cultura machista para poder encubrir un régimen social que tiene ‘nombre y apellido’ y que los pequeños avances que se han logrado en cuánto a la concientización acerca de la violencia de género – desde los gobiernos kirchneristas – no sirven.
Esto es en general lo que sucede con las posiciones más radicalizadas dentro del espectro político, no pueden observar las luchas diarias en contra de la hegemonía social masculina. No basta con pequeñas victorias como las creaciones de Comisarias de la Mujer, programas de cooperativización para mujeres como Ellas Hacen, campañas de concientización para sacarle la tarjeta roja a los violentos, la promulgación de la ley 26.485 de protección integral para la mujer, la Ley sobre Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares o el decreto que prohíbe la publicidad de avisos sexuales porque hasta que no cambiemos radicalmente la estructura social de explotación son todos los avances posibles son curitas.
Y sirven para ‘evadir responsabilidades de doce años de gobierno, que transitaron al calor de un crecimiento exponencial de los femicidios y la violencia hacia las mujeres’. No hay fuente alguna que pueda chequear lo que asevera Chuli, ya que no hay datos estadísticos que comparen índices de femicidio entre años, porque hasta el año pasado ni siquiera había estadística más allá de los datos de la Casa del Encuentro.
El sistema se regocija cuando las mujeres se pelean entre ellas. El capitalismo como sistema patriarcal también se deleita cuando militantes de la causa no logran construir lazos de sororidad por encima de diferencias partidiarias.
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