//Por Jimena de la Barra
Me propongo analizar tres fórmulas ficcionales, por ahora, típicamente masculinas.
Son motivos o arquetipos que conocemos y nos ayudan a leer una situación dramática “a primera vista”, brindándonos algo que ya nos es familiar. En estos casos, la familiaridad implicaría estar encarnados en personajes varones.
Es bueno recordar, la importancia que tiene ser críticos con los consumos culturales, incluso con aquellos que amamos. No se trata de que cada personaje tenga su espejada versión femenina, homo, trans, etc; pero sí de cuestionarse cuáles son pensables y hasta obvios y cuáles requieren un esfuerzo mayor o parecen inverosímiles, aún en universos fantasiosos. En Harry Potter, es posible volar con escobas, hacer hechizos, y mandar mensajes con lechuzas pero no que Hermione tenga una amiga mujer. Es que los consumos culturales nos configuran y constituyen al reproducir aspectos de la realidad con la que nos identificamos y también al brindar un horizonte de posibilidades imaginables.
Aquí vamos:
El papa viudo (con su respectiva niñera)
La idea base es un padre viudo que tiene la heroica misión de criar a sus (propios) hijos sin la ayuda de la madre. Entonces contrata una niñera. Tarde o temprano, padre y niñera se enamoran. Algunos ejemplos son La niñera, con su antecesora musical La novicia rebelde, y sus reversiones locales Grande Pa y Floricienta.
Y acá Cris Morena toma “prestadas” unas cuantas ideas de la serie de Fran Drescher. En ambos casos hay una niñera que es carismática, querible y vivilla pero por momentos zonza o molesta. La niñera, hace a veces el rol de niña. Ella teme la autoridad de quien es su jefe y el padre de familia pero siempre intenta desafiarla y por ese motivo es permanentemente reprendida.
En este marco, se da la relación amorosa. Por un lado, hay un teórico plano de igualdad. Son dos seres humanos, iguales en sus sentimientos, que casualmente son jefe y empleada, y se enamoran. Contribuye a la presunta igualdad, el rol pedagógico que tiene la babysitter para con su jefe. Ella le enseña cosas relacionadas con lo afectivo y la ternura, y en el caso de Fran Fine, algunas cosas de quien tiene calle. Estas niñeras son una buena lectura en clave feminista de lo que probablemente sucede o sucedió en muchos hogares que no cuentan con niñera. Hay una figura femenina que de a ratos puede saltar el cerco y tratar al paterfamilias como un igual, a diferencia de empleados e hijos. Sin embargo, al final del día, el que pone los billetines es el señor Sheffeld o Don Freezer. Y son ellos quienes pueden darse el lujo de gritar y pedir explicaciones. Como olvidar el clásico ¡SEÑORITA FAAAAAAAAAAAAAAAIN!
Bueno en estos casos por lo menos, el trabajo doméstico trae aparejada una remuneración.
Allá por los 80, una serie dio vuelta la ecuación: Una señora exitosa y soltera contrata un mucamo o algo parecido, y la serie se llamó… Who´s the boss?, traducción: ¿Quién es el jefe?
I rest my case.
El antihéroe medio patán
Propongo tres ejemplos: El ya famoso Dr House, Rick de Rick and Morty y el caballo-hombre Bojack Horseman.
Los antihéroes no paran de darnos razones para odiarlos: son soberbios, egoístas, cínicos, adictos compulsivos y ponen en práctica un maltrato (democrático por cierto) que no distingue género, orientación sexual ni especie. Sin embargo tienen ese nosequé que los hace queribles ante los demás personajes y ante su audiencia.
Ese nosequé, en los casos de House y Rick, es la incomparable inteligencia que los posiciona por sobre el resto de los mortales y les posibilita salvar las papas al final del día, sin dejar de ser carismáticos niños malos que ponen en duda lo que para los demás es el orden establecido.
Bojack Horseman está lejos de ser un genio, es inseguro y sólo le preocupa ser aceptado y amado por todos. Pero a pesar de tomar exclusivamente malas decisiones y ser un egocéntrico incurable, sus allegados velan por él y para nosotros siempre será un ruin y mezquino, caballito adorable.
No creo que estos personajes deban ser mejores personas (!) sino que invito a reflexionar qué sucedería si las protagonistas fuesen mujeres y qué variantes podría desarrollar este clásico, por ahora, exclusivamente masculino.
Otro día charlamos sobre la delgada línea entre quiero ser un cínico Dr House y sacar el mansplainer* que hay en vos.
*(Nota de edición: Mansplaning es un término que nació en las redes sociales para definir a los hombres explicándolo todo, aun lo que no saben o lo que nadie les preguntó vía Página/12)
Los camaradas (bros)
Los camaradas son dos amigos inseparables, cómplices y chistosos que se convierten en el emblema de la amistad. Ellos viven aventuras y hacen travesuras chistosas. AlgunAS duplas ejemplares son Joey y Chandler de Friends, Fry y Bender de Futurama, Stewie y Brian de Family Guy o Troy y Abed de Community (bueno quizás esta la veía sólo yo).
Lo que sucede en general es que en contraposición a la alocada amistad masculina, las amigas mujeres transitan historias sentimentales, de apoyo mutuo y consuelo, contextualizadas generalmente en el ámbito doméstico. Un buen ejemplo es cuando en Los Simpsons, Homero y Bart se hacen camioneros y recorren el país, mientras que Marge y Lisa… ¡compran un timbre!
Hay tres series clásicas que tratan sobre grupos de amigos mixtos: Friends, The Big Bang Theory y How I met your mother. En TBBT las chicas se hacen amigas por intermedio de sus novios, y habitualmente se juntan a charlar sobre ellos. En HIMYT, Lily conoce a su mejor amiga, Robin, por ser “la chica de” y mientras que Ted y Barney hacen cosas delirantes, como lamer la estatua de la libertad, tener un bar por una noche, o realizar una danza de la lluvia; hay muy pocos episodios de camaradería entre Lily y Robin. En uno de ellos piensan en el trago perfecto para que sus amigos se reconcilien y en varios episodios, se besan.
En Friends hay una amistad que rescato particularmente y es la de Phoebe y Rachel. Durante menos de una temporada viven juntas y se construye entre ellas un lazo más bromista, como cuando tienen el objetivo de asustar a Ross con lo aprendido en sus clases de defensa personal. Una amistad más cómplice y chistosa, eso sí, menos experimental y hot.
Muchos otros estereotipos son pensables: el esposo gordo bebedor con la ama de casa flaca, linda y sin vida propia; o ese personaje bizarro que tiene más licencias políticas, morales y ficcionales que el resto como Barney Stinson, Bender o Roger de American Dad. Y muchos más, los interrogantes que quedan sobre la mesa: ¿Son visiones masculinas de la amistad, el poder y el romance? ¿Puede haber una reapropiación más feminista? ¿Qué sería residual y qué no? ¿son tan valiosos como para reivindicarlos para nosotras? Probablemente haya que ser más audaces al repensar estas fórmulas en clave feminista. Pero lo importante, creo, es no dejar de cuestionarse sobre cómo nos construimos y reproducimos en los consumos culturales, que amamos.
Muy bueno, saludos desde Ámsterdam
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¡Mil gracias por leer! Saludos desde lluviosa baires
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