Tengo una amiga que me introdujo a la poesía porque lo tiene escrito en la espalda y en el corazón. Tengo una amiga que me regaló poemas hermosos y la confianza para escribir los míos. La afiebrada en este mes del amor, es verdad, es mi amiga Sami San Romé, con la cual fui amiga casi instantáneamente. Me abrió y me abre su alma, su casa, sus pensamientos, y la verdad que es una amistad maravillosa. Pero no es entrevistada por ser mi amiga, ¡no!, es entrevistada porque es poeta chivilcoyana y tiene un nuevo lanzamiento «El cielo de los exnovios«.
vf: ¿Cómo empezaste a escribir?
SS: La verdad no sé, fueron momentos. Mis viejos escribían poemas así que mi relación con la poesía fue natural. Nos regalábamos eso. Yo escribía letras nuevas sobre melodías de canciones infantiles y era como un juego. En la escuela era muy enamoradiza y tenía un diario donde escribía poesías para los chicos que me gustaban. En la adolescencia eso frenó un poco porque estaba en otra. Pero igual escribía muchas cartas y mails a mis amigas, a noviecitos. Esto debe resonar en muchxs, porque la relación que tenemos con la escritura es muy cercana y conocida. En algún momento volvés o no a eso en forma de poema o de cualquier arte. Cuando me fui a estudiar a Buenos Aires estaba bastante sola y escribía todo el tiempo. Estudié guión de cine, hice talleres de escritura, conocí a personas que escribían y daban talleres como Nati Rozenblum. Después me animé a compartir en redes y ahí pasó algo importante en mi vida que siempre se trata de conocer a un amigo y fue Juan Solá que no solo me dijo que me quería publicar sino algo así como: vos sos poeta. Y le dije: ¿Poeta yo?
vf: ¿Te considerás poeta?
SS: No pienso mucho en eso, pero me lo han preguntado. Tengo dos miradas, si lo pienso con la lógica del trabajo -porque estamos chipeadxs así- me cuesta decirme poeta porque no vivo materialmente de la escritura. Aunque en otro aspecto, y el que más me importa, vivo sobre todo de la poesía porque es lo que alimenta mi espiritualidad y lo más verdadero que tengo para dar. Entonces, ¿qué otra cosa voy a ser? Pero siempre me costó decirme poeta como también me cuesta decirme licenciada, comunicóloga pero creo que es porque no me interesa y por una resistencias de parecer elitista, qué se yo, mambo mío porque ahora eso está cambiando y la poesía está más en ver un atardecer comiendo choripán que en una biblioteca. La pregunta es interesante igual porque desde mi individualidad tengo una leve modestia y digo «naa, decime Sami, poeta no. Yo no existo, lo que existe es la escritura. Lo que importa es escribir, la tarea, el verbo…» y porque posta lo he sentido así. Que no son mis poesías, que yo soy de ellas. Pero en lo social es fundamental nombrar al sujeto, ¿quiénes escriben? ¿Quiénes hacen ese trabajo? ¿Es trabajo? Porque hacemos gratis mil cosas. Y ahí entra toda una lista de derechos y cosas que está bueno nombrar para que empiecen a ser reconocidas.
vf: ¿En dónde encontrás inspiración?
SS: En cualquier parte. A veces la encuentro, pero casi siempre me encuentra. Es algo que se entrena. Cuando componer poesías es un ejercicio consciente, se empieza a tratar de generar cierta disponibilidad para escribir. No siempre estás escribiendo, pero siempre estás disponible para la poesía. Entonces cada cosa de afuera o de adentro puede convocarte. Una palabra simple, una imagen como si ahora mismo dijera: ay, quiero escribir un poema que diga que me quiero mover al lado tuyo como una gatita, a veces algo más profundo, algo que dijo alguien, algo que ves, un sentimiento que te querés sacar del cuerpo, o que querés entender, cambiar, mejorar. A veces se da como una brujería porque salgo del poema siendo mejor persona, mejor amiga, mejor amante y mejor ciudadana. De fondo, voy a ser muy básica, la inspiración es el amor. Escriba sobre mis viejos, mi amor o mi patria o sobre la bronca que me da el hambre del mundo, la inspiración es el amor.
vf: El cielo de los exnovios, ¿qué es ese lugar para vos?
SS: Es un paraíso. Un lugar celestial con lo mejor del amor. Me imaginé la poesía como un purgatorio donde se purifican todas las almas de las personas que amé y me amaron y sobre todo, la mía y nos lleva a la gloria y a la eternidad. También la poesía es una oración, un rezo, una súplica que le pide a alguien que quien amamos nos ame y que si no nos ama, nos de la fortaleza de liberarlx. A veces el poema me cumple esos deseos, nos libera y nos perdona. Una amiga una vez me dijo que yo sacralizaba a mis ex porque de repente eran lo más y me habían visto llorar por ellos. Y tenía razón pero me gustó porque me imaginé una especie de santuario en el que les prendía velitas y los invocaba cuando aparecía un nuevo amor para pedirles protección o para no hacerles lo mismo o para amar con lo que me enseñaron. Es una memoria. Nosotras lo hemos hablado, amiga, el amor no es solo plenitud. Tiene escenas incómodas y dolorosas porque te enfrenta con vos misma todo el tiempo. El dolor no siempre es violencia ni siempre es amor. Y el amor tiene una vida. Por eso la idea de una tierra y un cielo para los exnovios porque a algún cielo tienen que ir, si yo siento que hoy amo con todo ese amor que de algún más allá me mira y me cuida.
vf: ¿Cómo fue tu participación en el colectivo Poetas por el Aborto legal?
SS: Participé del colectivo Poetas por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Uno de los martes verde leí en el Congreso un poema que luego formó parte del libro que reúne poesías de más de 50 escritoras. Es un colectivo de mujeres autoconvocadas que impulsó Juana Roggero y otras compañeras y cada una participó de distintas maneras y con diferentes intensidades. Después se sumaron compañeras de otras provincias. Algunas no llegamos a conocernos presencialmente, pero sabemos que estamos hermanadas. Esa momento de lectura en el Congreso, fue increíble. Adentro del Congreso el medioevo queriendo atrasar un derecho que ya deberíamos tener y que vamos a tener y afuera las pibas gritando poesías, un flash hermoso.
vf: ¿Cuál es tu relación con el feminismo?
SS: Es una relación política porque una sociedad igualitaria y sin violencia no se hace sola. Porque tampoco se hicieron solos los privilegios. Y es la consciencia de saber que la desigualdad genera mucho sufrimiento y que el sufrimiento de lxs pobres y las mujeres siempre le conviene a alguien. Pero en lo más cercano es mi casa, es mi mamá. Y eso que ella ni lo sabe. Mi casa fue una mina feminista. Éramos tres mujeres -porque mis viejos se separaron- que andaban por la casa libres y desnudas, peleando por todo y cuidándonos de todo. Me acuerdo que mi primera experiencia en terapia me enemistó con mi vieja, lo que ya sabemos. Y que el feminismo me amigó y me hizo ver que estaba Evita, que nos dio el derecho a votar y que también estaba mi vieja que lloraba adelante mío y se iba a trabajar y me enseñó a no guardarme lo que siento, que rescataba a un montón de niñas en las escuelas y cuidó a mi abuela y siendo súper católica nunca dudó que el aborto debía ser legal y todo sin decir nunca en su vida soy feminista. Después tiene comentarios desafortunados, pero feminismo también es eso. Esa relación también es una formación constante, una postura. Esas veces que nos sostuvimos el pelo para vomitar cerveza o nos rescatamos de los pasillos de la muerte. Es tener en cuenta para siempre la experiencia de ese otro/a, en este sistema desigual en el que tampoco son iguales para todxs las posibilidades de pensar por nosotrxs mismxs, también varones. Vos me preguntás cuál es tu relación con el feminismo y yo pienso en las mamás de las villas, en las mujeres con miedo que prostituyen en las calles, en las mujeres que limpiaron mi casa y lo digo con pudor porque yo no paso hambre y no puedo hablar en nombre de nadie, en las compañeras que preparan meriendas en los barrios o que asesoran a otras mujeres para que no se mueran haciendo un aborto en silencio, en la trompada que le pegó un novio a mi tía, en Sara, Sofi, Lila, en Rochi, en Flor, en Cande, en bailar Gilda y en vos, en nuestras charlas y en viajar en el tiempo y darte un abrazo en la infancia.
Vuelve a Buenos Aires para coordinar un taller de poesía y narrativa, que amorosamente hemos nombrado ‘búnker poético’ en marzo de este año. Actualmente está en Chivilcoy, donde también coordina un taller de poesía y narrativa.