Hay 5.427 fans de una comunidad en Taringa! dedicada a «My Little Pony: La magia de la amistad» con más de 2.610 seguidores. Una gran cantidad de aquellos fanáticos son jóvenes adultos, hombres, que se autodenominan bronies, la combinación de las palabras bro (hermano) y pony, que no necesita traducción.
Lo distintivo de este grupo es que, a primera y segunda vista, no es nada del consumo irónico que nosotros los argentinos estamos tan acostumbrados a ver, escuchar e ir al Konex a ver en vivo. El fenómeno comenzó en Estados Unidos después del relanzamiento de la serie My little pony en 2010. Personas que no estaban dentro del target demográfico – niñas de primaria y sus padres – empezaron a seguir el programa y a crear arte derivado de los personajes, fanfiction, memes, todo lo que hace que algo se viralice. Los críticos yanquis lo toman como parte de lo que se llama nueva sinceridad, una apreciación sincera y desafiante del status quo reinante que condena que hombres que disfrutan de caballos de colores.

La doctora Marsha Redden explicó que los fans adultos eran la respuesta al combate que ya lleva 10 años de Estados Unidos en contra del terrorismo, que ya se encuentran «cansados de estar asustados, cansados de estar angustiados y de la hostilidad». Redden los comparó a los bronies con los bohemios y beatnik de fines de la segunda Guerra Mundial.
Hay un grupo de psicólogos y psiquiatras norteamericanos que vienen estudiando el fandom de los bronies desde 2011 y que publican sus resultados en un sitio web llamado Brony Study. De lo estudiado se desprende que no hay casi diferencia entre los bronies y los no bronies en cuanto a orientación sexual o a nivel de empleo, dos factores que suelen aparecer en el estereotipo de un brony gay y desempleado. Otro dato que se reveló a partir del estudio es que también que la mitad de los encuestados notó un aumento de felicidad generalizado que puede tener que ver con un sentimiento de aceptación propio y apoyo social.
Los lazos de hermandad crecieron tanto en EE.UU. que toda la comunidad se movió para ayudar a Micheal Morones, de 11 años, que intentó suicidarse debido al bullying que le hacían porque era brony. En otras palabras, porque le gustaba algo de nenas. Parte de la producción del programa y algunos de los actores que hacen las voces le crearon una fundación para solventar los gastos de la internación porque quedó en coma, y una ONG para concientizar y combatir el bullying.