MI CHICO NO ES MÍO

// Por Bar Bust

(Texto anteriormente subido a Beba)

Mi chico y yo éramos amigos.

Mi chico tenía su chica y yo tenía una variedad de contactos de Whatsapp, mensajes de Twitter, chongos de Instagram y otros amigos.

Mi chico ya no tuvo más a su chica y empezó a tener su propia agenda.

Mi chico y yo seguíamos siendo amigos pero ahora también éramos amigos en la cama.
Mi chico y yo nos sacábamos la ropa y los prejuicios pero como buenos amigos nos gustaba contarnos nuestras historias con otrxs amigues en otras camas.
Mi chico y yo nos queríamos mucho y nos fuimos enamorando sin dejar las otras camas.
Mi chico y yo también nos decimos compañerx o pareja, aunque la gente con la que trabajo tardó mucho en entender que «mi pareja» no quería decir que fuera otra chica.
Mi chico y yo decidimos un día que preferíamos nunca mentirnos.

Mi chico sabe que yo no soy suya, y yo sé que mi chico no es mío.

Tampoco son iguales nuestros deseos y nuestros recorridos.

Yo me escapé de todas mis relaciones cuando el agua ya nos había tapado a todos.

Él siempre fue mejor nadando y saliendo a flote.

Uno de los primeros gestos de amor que tuve con mi compañero fue enseñarle a ser soltero.

 

Hace dos o tres primaveras, un amigo astrólogo me recomendó un libro que, según él, ponía en palabras todas las cosas que yo estaba necesitando decir y no podía organizar: Ética amatoria del deseo libertario se convirtió en mi manifiesto en ese momento.

 

Mi chico y yo éramos lobxs dentro de una manada y mi fantasía constante era desayunar acompañadxs de otrx amante.

 

Un día amanecí con fiebre en su casa y él me trajo medialunas.

La siguiente gripe me tocó a mi llevar las medialunas.

En nuestro vínculo, estar enfermo implica necesariamente recibir medialunas. Inventamos esa regla desde la arbitrariedad y después vinieron muchos acuerdos más, nada arbitrarios y nada simples.

Acordamos no naturalizar nada, no dejar de hablar nada y no dar por hecho que el amor llena todos los espacios y cumple todas las expectativas.

 

Todas las películas y series que construyeron mi idea del amor durante mi vida me explicaron todo lo que tenía que saber sobre gustar de alguien, enamorarse, completar la naranja, tener hijos y ser felices. Yo lo re intenté, mis viejos llevan 32 años casados, When Harry met Sally sigue siendo de mis películas favoritas y lloré un montón de veces mirando el casamiento de Phoebe… pero a mi no me pasó.

No encontré los personajes ni las historias que me enseñaran cómo se hace cuando no somos solamente dos.

 

Las agendas de chonguxs son hermosas, pero más hermoso es entender la responsabilidad afectiva que implica relacionarse con otro cuerpo y otra vida que no es la propia. Todas nuestras interacciones son generadoras de expectativas, todas las palabras que decimos dejan de significar lo que nosotros pensamos en el momento que salen de nuestra boca, todos nuestros gestos son tierra sembrable.

 

Me fui de la monogamia en 2014, pero ya hacía muchos años y muchos besos que me sentía turista. Revisé todos mis vínculos anteriores y en todos encontré indicios de que la monogamia nunca había sido mi lugar. Hacer mío un lugar me hizo hablar, leer y escribir muchísimo. Los espacios sexo-afectivos no se ocupan de un momento para el otro como si fueran un subte que cierra la puerta rapidito.

 

Me fui de la monogamia y me encontré con un mundo de cosas que no siempre supe cómo manejar. Por primera vez sentí celos, y me prohibí usar esa palabra porque en cada caso me encargue de desarmar la sensación hasta poder explicar que sentía. Me angustió la posibilidad de quedar al margen, de perder mi lugar en la vida de mi compañero. Reconstruí mi idea de vínculo para entender por qué mi lugar iba a ser siempre mío y otras personas podían ocupar otros lugares en su vida y también en la mía.

 

Compartimos amigxs y parejas, y cada situación fue modificando nuestro vínculo y nuestra forma de relacionarnos con todos los demás.

 

No creo que sea el formato ideal absoluto, ni pienso salir a evangelizar a nadie para que se meta en una relación abierta, pero lo hice mi lugar y ya no creo que pueda volver a acomodarme en un espacio donde tenga que dejar de ser yo para hacer más feliz a un otrx.

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