Desde hace un año, todo chabón que te trate socialmente está ligeramente ansioso y/o alerta de cuidarse de emitir señales de machismo.
No cambió mucho más. En los primeros cien días del 2016 hay 100 mujeres muertas por violencia de género, que se sumaron a las 286 víctimas del año anterior. Todas las semanas nos levantamos con alguna noticia escabrosa del hallazgo de un cuerpo. Siguen muriendo mujeres por abortos clandestinos. La Ley de protección integral creó el Consejo Superior de la Mujer que en 2016 recibió un presupuesto que representa el 0,0055% del total del presupuesto nacional. Eso equivale a $4,50 por mujer. La directora elegida por la Alianza Cambiemos es Fabiana Tuñez, la directora de La casa del Encuentro. Esta organización se hizo conocido el año pasado por difundir la única cifra semi-citable de femicidios, ya que no existe fuente oficiosa.
No cambió mucho más. La sociedad argentina se encontraba hace un año en una situación promisoria, el diálogo había agrietado la hegemonía de las representaciones mediáticas del género a fuerza de la movilización y la militancia. O al menos eso creí(amos). Se había esbozado una pregunta masiva. Los cambios culturales no se dan en tiempos humanos y el único camino es la lucha. Hay que afinar la vista a las maneras que el sistema -para no hablar de patriarcado- tratará de co-optar el mensaje liberador y aguerrido del #NiUnaMenos para convertirlo en una cáscara vacía, aceptable para el status-quo reinante.
Por ejemplo, Silvia Martínez Cassina esta semana fue víctima de un apriete público por parte del Diario Clarín.

En la versión papel al día siguiente, el diario pidió unas escuetas disculpas por su «texto equívoco sobre la lucha de Juana de Arco».
La hipocresía del multimedio que dedica una sección a la cobertura del #NiUnaMenos mientras nos pide que vayamos a lo importante y decidamos qué entangada gusta más se vuelve cada vez más evidente y Silvia les dedicó algunas palabras en la marcha.
Otro ejemplo: Barbie Vélez. La modelo y actriz se acercó a la movilización del viernes y compartió una publicación en Instagram con el epígrafe «Soy una más, por eso ni una menos. #NIUNAMENOS«.
El equipo de contención de vaga fiebre recomienda en general no leer los comentarios de cualquier contenido polémico en la web. En este caso, es únicamente a modo ilustrativo de la oleada fuerte de machismo femenino existente en la Argentina.

El todavía-no-procesado agresor Bal también tuiteó su #NiUnaMenos. Su deseo narcisista de participar de la movilización -a partir del la expresión de ‘buenas intenciones’- estuvo a la orden del día. La fecha no escapa a ser cooptada por cínicos, lamentablemente, y lo más triste es que son aplaudidos por ello.
Hay que cambiar mucho más. El deber que se ha propuesto el movimiento #NiUnaMenos es trabajar en el mapeo de cada vez más sutil de la violencia y esta encuesta es un excelente punto de partida. Es necesario lograr que se asigne más presupuesto a todas las políticas que implementó la ley. O donar plata, podría ser un destino más importante para el Estado Argentino que Scholas, la ONG del Papa Francisco. Como sociedad el desafío es seguir generando conciencia a contra reloj mientras mujeres siguen muriendo.
Porque ha cambiado un aspecto fundamental.
Algunos chabones más que cuidarnos, estamos detectando las señales de machismo y aprendiendo a desterrarlas.
Está buena la lectura que hacés sobre el «sistema». Era una de las cosas que me hacia ruido post-marcha. Un Federico Bal que cree que puede hacer un tweet apoyando la lucha – por favor, Fede, correte de la existencia humana – y por otro lado, la forma en la que la marcha se está cristalizando en los medios de comunicación como algo a cubrir en un mero gesto de sostener las buenas intenciones pero que, luego del vivo en la Plaza Congreso, la siguiente noticia es un nuevo cuerpo desmembrado de una mujer que había usado una pollera muy corta, que subía muchas fotos de su orto en Facebook o que salía con varios hombres. Los mismos (multi)medios que pueden hacer un apriete a una periodista ejerciendo violencia de género a través de su propio aparato de comunicación. Los mismos canales de televisión que cuentan las mismas historias, de mujeres que se definen por el hombre que aman o por el padre que tienen. Programas donde si la mujer conduce, es a la (no) par de un compañero al que tiene que seguir con risas falsas a chistes malos y dejándose piropear para remarcar lo linda que está en la emisión de hoy. Especiales de noticieros donde si se habla del alza en los precios de los artículos de supermercado, se le habla a la mujer-madre de la casa; si se habla de ropa, se le habla a la mujer-esposa que gasta la plata del marido y así. No hay un espacio de autocritica, de autopercibirse como parte del problema o más nefasto aún, lo saben y deciden recurrir al #NiUnaMenos como método de limpieza de imagen. Sí, como cuando la misma empresa que te tira su mierda química en el mar, pone unos billetes en una ONG que se pasa meses cepillando pingüinos empetrolados.
El foco ahora está en problematizar como lo pueden volver «en contra» usando el vaciamiento y tratar de escaparse de ese lugar en el que te arrinconan, no transformarse en la buena intención del opresor. Algo que pasa una vez al año para liberarnos de las culpas de lo que pasan los otros 364 días. Porque algunos están ahí, en la marcha y levantan una bandera en contra del patriarcado pero tapan la otra mano con la que sostienen bien fuerte del brazo a «su chica» porque piensan que le pertenece, para que no se vaya con otro, «¿por qué lo miraste así a ese? ¿te gusta?».
La lucha debe volverse política pública, sino como vos decís, no es suficiente. Mientras las minas sigan muriendo por los abortos, porque creemos que su cuerpo nos pertenece y podemos decidir sobre él o porque no fuiste lo suficientemente «trola» o «educada» o «femenina», y te tuve que fajar, violar o matar… no es suficiente.
No sea cosa que, lentamente, la norma esté metabolizando la revolución y solo nos quede un lindo hashtag para tapar los moretones.
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Poesía eres tu. Tarde, pero siempre llego a los comentarios. Gracias por leer, te adoro.
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