En un esfuerzo por ir de lo micro a lo macro, desde vaga fiebre este año ha sido electa nuestra reina 2017, la Dra. Cristina Fernández de Kirchner -tal cómo en el 2016 fue María Agustina Díaz- militante política peronista y ex Presidenta de la República Argentina.
Al igual que la Reina del Carnaval del País 2016 anche en un orden completamente distinto, Cristina es retratada por los principales medios de comunicación del país. Diario Clarín ayer decidió ilustrar una nota sobre Cristina con un señor blandiendo unas tijeras al lado de su cabeza.
En un llamado por no ser tibias -por riesgo a ser vomitada por Dios- nos vemos llamadas a señalar que el patriarcado está muy presente en la liviandad con la que se habla, retrata o diagnostica a distancia a Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner. Y eso es violencia. En una Argentina con un movimiento feminista activo y cada vez más federal no podemos dejar de llamar las cosas por su nombre.
La figura de Cristina incomoda a algunos sectores del feminismo. Creo que a Cristina también la incomodaba el feminismo. Por suerte tuvo una hija que le planteó debates.
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Me gustaría abordar la relación maternal. No es el propósito de esta nota, pero el día que la llevé a mi mamá al 24 de marzo me quedó grabada en la memoria.
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«No se tolera un tipo de mujer que se peine como mujer, que se pinte como mujer, que se ponga tacos agujas, que use un pantalón ajustado que además se atreva después de todo eso a tomar decisiones, a dar órdenes y ejercer el poder», dijo y me conquistó.
Mentira, ya me había conquistado un montón antes.
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¿Qué hacemos con la violencia simbólica ejercida en contra de CFK?
¿No la denunciamos?
O la terrible hegemonía ya ganó esa batalla cultural: gente que la odia porque se pinta, porque no legalizó el aborto, porque se robó todo, porque montonera aunque se viste de seda, porque es una yegua.
Seguiremos rompiendo el patriarcado dónde sea que se visibilice. La Argentina ha sido bendecido con este nivel de dirigentas políticas tan disruptivas, tan fuera del patrón esperable y esperado, y van a seguir naciendo en cada rincón de la Argentina porque el movimiento feminista está más vivo que nunca