A FAVOR DE LOS PROTOCOLOS

¿Dónde alojamos la furia para que no nos duela? NO QUEREMOS SER MÁS ESTA HUMANIDAD. 

El enojo hace cosas en los cuerpos que toma. Nadie puede dudar de la ira subiéndole por lx cuerpe de cada quién. En general, provoca violencia, que ya entendimos son múltiples, he escrito mil veces sobre todas las violencias. Eso no es lo importante, lo importante es reconocerlo cuando aparece. El mundo que hemos construido, sin dudas, es un lugar violento.

¿De qué otra manera podemos razonar que hay miles de niñxs argentinxs que no comen si no reconocemos que es violencia? ¿Qué tantxs otros no tengan vivienda, o la tengan precaria, o no tengan cobertura de salud, o son violentadxs por adultxs también violentxs? La violencia engendra más violencia aún (la redundancia también) y ante una situación de necesidades insatisfechas unx es más agresivx con quien tiene al lado.

Dada esta tesis de violencia, que obviamente no es mía sino del espíritu de época y todo el desvelo que ha traído consigo la popular idea de que las feminidades somos personas, vengo a proponer algo: digamosle sí a nuevos protocolos, móviles o no tanto que generemos en este momento tan particular de la historia universal.

Los protocolos son cosas, están fuera de nuestro poder, no depende de nuestra buena voluntad o no. El forro es un gran protocolo, como desliza la amiga María del Mar. La profilaxis es un gran concepto porque nos cuida, permite alojar las emociones en otro lugar. El PDF de mi amiga lesbiana lo que evita es la charla, donde todxs sabemos que las partes pueden mentir, o olvidarse, o haber tenido amnesia, lo que sea. ¿No es genial?

Creo también que estamos ante un reinado de las emociones. Sentimos cosas, yo en particular, me pongo nerviosa, me cuesta confrontar con alguien que me está violentando. Y sé perfectamente cuando una persona me está violentando, por más que no use puteadas y use lenguaje new age. Por más que sea una persona del ámbito laboral, médico, político, amistoso, social, en las redes sociales, en mis parejas sexoafectivas, en todas partes.

Entonces, confiemos en otrxs cosas, confiemos en las firmas, confiemos en los contratos, confiemos en los protocolos médicos, no confiemos en las palabras. Porque todas las personas usamos de manera distinta las palabras. Inevitablemente, sin falla. Eso tendrá que ver con la psiquis de cada unx y miles de dimensiones más.

Hay gente muy herida en el mundo actual. Esto hace que reaccionen con violencia ante los límites: la palabra escrita, los contratos, los protocolos.

A veces me pasa con el celular: le tuve terror a los audios largo hasta que entendí que los puedo escuchar o no, que si me violentan en un audio, tengo derecho a no interactuar más con esa persona. No tiene ni por qué tener mi celular.

Este momento está cambiando lo que es público de lo íntimo. Estos espacios estuvieron muy mezclados por las exigencias de la vida moderna, pero es hora de ir discerniendo qué es qué. Es en devenir, es en gerundio, aunque eso cueste. Es coyuntural. Una vez más se tratan de estrategias flexibles y específicas para cada cosa. ¿Nos va a llevar más tiempo mental? Eso es una incógnita.

 

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