/Por AC
Sábado a la noche. Había hablado con varios amigos y hasta con algunos “amigos” -esos con los que uno se habla cuando muere un familiar nomás- y NADIE podía/quería salir a tomar algo. Me resigné a pasar la noche frente a la computadora, viciando con algún videojuego de esos que tenía pirateados y no había ni empezado a jugar.
Una hora después me estaba preparando para salir a un bar del microcentro porteño, sola. No es que sea una mina histérica o careta… simplemente soy una persona muy solitaria que se hartó de serlo y quiere salir del estado depresivo en el que lleva años inmersa. Así que me bañé, me perfumé, me maquillé, elegí una carterita y un conjuntito divino y me fui.
Afuera del bar estaba lleno de gente. Me acerqué a un pequeño grupo de gente y en cuanto vi que en su mayoría eran turistas, le pedí fuego a uno en inglés –el viejo truco- y arrancamos a hablar. Rafael era un brasilero de lo más interesante –en TODO sentido- y conversamos un montón. Más tarde se sumó su amigo francés, Thomas, y otros más. Charlamos, nos reímos, fumamos. Al tiempo el muchacho me comentó que se iban a un bar en no-sé-dónde-carajo-ponele-la-loma-del-orto-a-la-izquierda.
Decliné la oferta pensando que haber salido sola y haber logrado entablar una conversación con tantas personas había sido suficiente. No quise abusar de mi suerte. El brasilero me agregó a Facebook, me dio un abrazo fuerte y se fue con un grupo de unas 15 personas.
Decidí que ya que había ido a un bar, bien podía tomarme una cerveza, ¿no? Entré. Ya conocía el lugar y me acerqué a la barra. Como era uno de esos pubs irlandeses re chetos, no sabía qué carajo pedir: yo quería una birra, nada más. Escaneé el lugar con la mirada y encontré un grupo de personas charlando en una de las esquinas de la barra y un espacio vacío en la ronda. Los escuché hablar y cuando comprobé que eran argentinos, los interrumpí e hice mi acto de turista inglesa desconcertada. Mi recurso para sacarme encima a pesados acá me sirvió para que me ayudaran a ver que pedir.
Después de pedir mi pinta de cerveza con nombre de alto jerarca nazi, le pregunté a uno de los hombres – en el inglés más perfecto que pude- de dónde eran. Me contestó con un enérgico “HARLINGAM”. “Hurlingham, pelotudo”, contesté con el tono más argento que me salió.
Se entraron a cagar de risa y no podían parar. Los había boludeado una hora y media y ellos haciendo un esfuerzo bárbaro para que yo entendiera todo. Cuando pasó la carcajada general, seguimos hablando de esto y aquello. Me tomé dos pintas de cerveza en toda la noche. Estaba con la cabeza despejada y muy contenta de cómo estaba saliendo todo. Me dieron ganas de hacer pis y le pedí a uno de los alegres parroquianos si no me indicaba dónde estaban los baños. Ya el lugar estaba muy lleno y me tuvo que acompañar hasta la puerta porque yo no veía un carajo.
Cuando salí del baño y me dirigí hacia donde estaba el grupito, me interceptó un joven de 27 años, a quien yo ya había visto sentado cerca nuestro en la barra.
– Caminá derecha
-Estoy caminando derecha, gil
Sonrió y me preguntó si quería ir arriba. Yo nunca había estado en el piso superior del bar y me interesaba verlo. Supuse que el pibe estaba haciéndose el galán y arriba por ahí podíamos charlar más tranquilos y qué se yo.
Le dije que sí pero que primero quería despedirme de alguien. Me acerqué a la gente con la que había estado y les dije que me iba, hubo alguna cargada de por medio, uno medio se ofendió porque habrá pensado que tenía chance, beso, abrazo y volví a donde estaba el chico.
Me sonrió y se sacó un delantal negro que tenía puesto sobre los pantalones (no los había visto porque estaba todo vestido de negro). Eso fue lo primero que no me gustó. Al llegar arriba ví que no había nadie. Eso fue lo segundo que no me gustó. Pero para entonces ya estaba sentada en uno de los bancos pensando en que a lo mejor bajaba y rápido. Pero me ganó de mano. Y eso fue lo tercero que no me gustó.
Mi mente seguía sorprendida por la rapidez del chabón cuando se me abalanzó encima, me empezó a babosear la cara y a manosear las tetas. Yo quedé debajo de él con todo su peso encima, en shock. No terminaba de entender lo que pasaba. No podía creer que algo que había empezado tan bien hubiera tomado ese matiz. Me incorporé un poco y me dí cuenta que había una caja de preservativos negra arriba de la mesa. Le dije que estaba indispuesta. Dijo que no importaba e hizo más presión para tenerme abajo de él y sacó el pito y me lo puso en la mano. Y ahí pude reaccionar.
Hice como que me acomodaba mejor abajo de él y le pegué una patada en el estómago, lo agarré del cuello y lo tiré para atrás con toda la fuerza que tenía –y que no sabía que tenía-. No sé nada de artes marciales pero sé bastante de cagarme a palos con mi hermano mayor cuando jugábamos y con mi viejo cuando amenazaba con pegarle a mi mamá o a mis hermanas.
Apenas tuve vía libre salté del banco y me empecé a acercar al tipo, pateando sillas, mesas; hecha una fiera. Le grité que era un cerdo, que qué se pensaba, que era un abusador, que si le gustaba hacerle eso a las pibas que pensaba que estaban ebrias, que se había equivocado de mina y que ASÍ NO ME IBA A COGER. El pedazo de mierda iba retrocediendo rápidamente, subiéndose los pantalones, diciéndome que fue un “malentendido”.
Me di media vuelta y dejé a ese imbécil pudriéndose de miedo arriba. Los pocos que quedaron me miraron al bajar. Habían escuchado pero nadie había hecho nada. Salí del bar, me tomé un taxi y me fui a mi casa. Cuando llegué, como buena obsesiva, ordené todo, me saqué el maquillaje, colgué la ropa y me fui a dormir.
A la mañana siguiente me levante y lavé toda la ropa a mano. No podía sacarme de la cabeza el olor de ese idiota, y para mí la ropa estaba impregnada de él. Me metí en la ducha. Me sentía sucia, impura. Culpable. Tendría que haberme dado cuenta, tendría que haberme dado cuenta, tendría que haberme dado cuenta. Las chicas buenas no salen solas, las chicas buenas no salen solas, las chicas buenas no salen solas… ¡NO! Me senté en el piso de la bañera y lloré. Y así, llorando, pasé todo el resto del día.
Con el paso del tiempo hablé con amigos, familiares. Me dijeron que no era mi culpa, que hice bien, que esto, que lo otro. Pero nada era suficiente. Necesitaba que quedara escrito, necesitaba, como periodista, como escritora, como mujer, compartir esta experiencia.
Una nota sobre un estudio hecho a violadores convictos acerca de cómo eligen a sus víctimas reveló que buscan presas fáciles, que tengan el pelo largo para sujetarlas bien, que no peleen, que no se resistan, que no griten. Si la víctima se resiste dentro de los 2 minutos iniciales, el violador se desanima y se va. No quieren tener que esforzarse, no quiere complicaciones, quiere cogerte: cogerte rápido, cogerte fuerte, cogerte e irse. Y asegurarse de que no se lo digas a nadie porque, al fin y al cabo ¿no es tu culpa? ¿No era eso lo que querías que pasara? ¿No tendrías que haberte dado cuenta antes?
No es así. Tenemos derecho a vestirnos como se nos cante, a salir cuando se nos cante y a tomar lo que se nos cante. Y eso no habilita a ningún imbécil a que te ponga la pija en la jeta y te manosee las tetas. NO.
Probablemente vuelva a salir sola. Y lo que es seguro es que voy a volver a ese bar. No le tengo miedo. Él tiene que tenerme miedo a mí.
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A mi me paso algo parecido, y al otro día también pensé que había sido culpa mía por confiarme demasiado.
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Qué choto. Siento que por eso está bueno publicar estas historias. Nunca es tu culpa.
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Realmente a los hombres nos cuenta entender por lo que pasan las mujeres en momentos como estos, xq en general estamos del otro lado, y siempre esta la excusa de «ella se lo busco por como estaba vestida! o boludeces x el estilo. Yo en un un viaje x Grecia hace muchos años de vuelta al hostel pase x una fiesta gay callejera donde habia mucho aloohol, y antes de que me diera cuenta, estaba rodeado por 5 flacos que eran mas grandes que yo, y eso que yo no soy pequeño… logre zafar, pero la pase para el orto. ahi entendi lo indefenso que estas ante situaciones de mierda como estas. Siento que hayas pasado por algo asi, pero aunque hay hijos de puta en todos lados, no todos son iguales. asi que segui saliendo a tomar birras sola.
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Lamento lo que te paso. Gracias por compartir !!! Y a no bajar los brazos , no perder nunca nuestra libertad y poder de desición. Beso
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