Ayer pasó esto:

Esto pasa desde hace 10 años.
Me mudé a Martínez a los 14 y en dos años me hubiera podido presentar a Miss San Isidro. Según la organizadora Susana Clur, “es un evento familiar y cuidado, donde las chicas buscan la posibilidad de inserción laboral en el ámbito del modelaje”.
Creo que la única vez que pesé 47 kilos fue cuando tenía 15.

vía Facebook.
Vivir en la zona norte del conurbano bonaerense es someterse a los más bellos paisajes de la costa del Río de la Plata, poco Metrobus y bastantes insinuaciones de que al menos sos algo cheta.
La verdad es que no lo sentí de chica. Tuve la mejor educación, acompañamiento y apertura al debate en el Instituto La Salle de Florida. Pero cuando llegás a la universidad hay caminos que tomar.
Y después se confirmó que definitivamente éramos chetos.
Decir que acá operan formas sutiles de dominación es quedarse corto. Somos rubias, regias y hablamos de una manera especial. Actualmente su falta de bigote indica que Gustavo Posse estaría siendo del PRO, aunque saltó por todos lados. En las PASO de agosto, se enfrentó en una interna del PRO con Guillermo Montenegro. Ganó, pero por poco, salvándonos de un Metrobus por el momento.
Esta municipalidad le paga una cantidad desconocida de dinero a Susana Clur por producir el evento de anoche, conducido por Sergio Lapegue, conocido por su programa en TN y por ser una paja, y Pampita, debe haber costado bastante. Este año era el décimo aniversario de Miss San Isidro y fue a todo trapo.
En agosto de este año, la diputada Gloria Bidegain presentó un proyecto de ley para regular los concursos de belleza, adjetivizándolos como “remates de ganado”.
El propósito era repudiar el concurso de belleza local, porque de esa manera se comienza a repensar en todos lados. Un poquito de quilombo sin romper nada. Hay uno en todos lados. Hay Reina del Salame Quintero, de la Playa, de la Guitarra, de la Fiesta Nacional de la Flor, del Guanaco y un largo etcétera. Hay en muchísimos lugares de la Argentina porque promueve el turismo. La idea es sacarle el machismo. Consideramos que es un debate más que necesario, sobre todo en el lugar dónde vivo.
Esa noche, ingresar al Hipódromo de San Isidro fue intenso, llegar al Salón Tattersall terrible, pero mucho peor era ver la cantidad de gente que había. Todos nuestros vecinos, vecinas, vecinitas, ropa de Roxana Salerno, luces, pasarela, joyas para Pampita, música electrónica, noventas. Todo atrasaba 10 años. El momento que me di cuenta que era Pampita me tuve que ir afuera a fumar un cigarrillo. Y ahí nos intimidó la cámara, el despliegue y la seguridad por todas partes. Tirar los folletos que habíamos preparado hubiera sido una interrupción estúpida. No íbamos a convencer a nadie, sobre todo con las caras de felicidad que tenían esas nenas. Ni empecemos a hablar del deseo que se les notaba en las sonrisas. En la puerta había un grupito de diez adolescentes. Las chicas saludaban «Gracias por venir» con besos sonoros.
(El nosotros de este evento y mis gracias interminables a mi madre, mi tía, mi hermana, mi novio y mis amigos)

Nos fuimos espantados y fuimos a dejar los folletos en los autos. A mi madre la enganchó un guardia de seguridad. El diálogo fue así:
– Señora, ¿usted está dejando estos papelitos?
– Nooo.
A un auto le alcancé a dar por la ventana abierta. Me preguntó si seguía el evento. Medio que me reí.
Soldado que huye sirve para otra batalla.
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