EL AMOR EN LOS TIEMPOS DE

¿Qué tienen en común un dildo de cenizas y robots sexuales? TODO.

En el cuento «La sonrisa» de J.G Ballard, el narrador se enamora de una muñeca que parecía muy, muy real, con todos hitos de una relación -los celos, la agresión pasiva, los desencuentros-  que finalmente concluye en una la separación tormentosa. En la película Her, de Spike Jonze, Joaquin Pheonix se enamora de un sistema operativo. En «Be right back» de la serie Black Mirror, el prometido de Martha muere en un accidente de tránsito para volver en forma de cuerpo sintético automatizado a base de comunicación en línea y perfiles de redes sociales. Termina escondido en el ático, un placer culposo que sólo sale a jugar en ocasiones especiales.

Fuera de la ficción, una manera de lidiar con la muerte de un ser querido es 21 grams, una caja de los recuerdos que permite que una viuda reviva momentos íntimos, o sea, contiene un vibrador que se puede llenar con las cenizas del fallecido. Además del dildo, trae un pulverizador para ser llenado con el perfume del difunto y parlantes para reproducir su música favorita. Solamente se abre con una llave de oro pensada como colgante. Según el creador, Mark Sturkenboom, 21 grams habla en metáforas, no es valor de shock, «es una acusación contra el inevitable pasaje de la vida».

El consolador/urna de 21 grams.
vía marksturkenboom.com

Todavía fuera de la ficción y de los inventos novedosos, hoy en día Real Doll (4,214 likes en FB) ofrece las mejores muñecas en tamaño real por 5,000 – 7,000 dólares. Desde el escultor que se enamoró de su creación en la mitología griega, los tripulantes holandeses que se cosían sus dames du voyage en el siglo XVIII hasta la mismísima muñeca Barbie, la fascinación por dominar un objeto inanimado nunca ha dejado de atraer. David Levy, el autor de Love and Sex with Robots, predijo que para el 2050 sexbots tendrán la capacidad de enamorarse de humanos mientras Stowe Boyd, un experto consultado por el Pew Research Center, vaticinó que el sexo con robots será popular y  «fuente de desdén, tal como críticos de hoy culpan a las selfies como todo lo que está mal en el mundo».

(también los hay muñecos sexuales, aunque compongan menos del 10% de las ventas)

¿Quiere decir esto que las relaciones humanas han llegado a su fin?

Franco Berardi explica en su libro La generación post alfa que la generación que aprendió sus palabras de la máquina en ausencia de la corporalidad de la madre pierde progresivamente la capacidad de sintonizar con el mundo, podríamos verlo como una especie de autismo sexual. La capacidad de conectarse con otro deja de ser simplemente difícil y melancólico a la Houellebecq y se vuelve directamente imposible.

¿Hay diferencia entre la distancia de dos personas que se enamoran vía chat y la distancia entre un humano y un muñeco?

 

 

 

 

 

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