LA ARGENTINA DE VIVIR CON PELOS

//Por Amy Cimerman. La legitimación de la mutilación del pelo femenino.

Una pensaría que ya esta, que ahora sí podemos hacernos cargo de una belleza sin estereotipos. Podemos hacer lo que queramos. ¿No?

Mi historia con los pelos empieza justo después de terminar mi relación de 4 años, novio con el cual tomé la decisión definitiva  de cortar porque me había cagado, habiendo hablado de tener una relación abierta, habiendole dado todas las posibilidades de tener una relación sana, elige herirme, elige el engaño y la desconfianza, después de un largo año de sufrir violencia psicológica, acompañada de gran manipulación mutua y muy baja autoestima personal. En ese momento, cuando ya no me podía hacer más la boluda, es cuando decido tomar las riendas de mi vida, como podía- toda deshecha pero en cierto aspecto empezando a sentir algún tipo de empoderamiento femenino y propio. Ese que sentís cuando comenzás a hacerte cargo de tu vida, levantando cada pedazo uno por uno.

Entonces ahora sí, en este contexto en el que me encontraba es que decido que ya fue, nunca me gustó depilarme, siempre me importó poco lo que pensaban sobre mis pelos y ahora en serio ya no importaba mas nada. Nunca entendí cómo es que una no puede dejarse los pelos y ya. Tuve que llegar a  ese momento de dominio total de mis acciones y tuve que aprender a quererme a mí antes de sentirme mal por lo que pensaban los otros para finalmente dejarme mis pelos. “Qué locura”, una piensa, “dejarse los pelos” pero es lo más natural del mundo, qué locura es depilarse, no dejarse los pelos. Locura es que nos duela y lo sigamos haciendo. Locura es exponerte a esa situación de incomodidad con una extraña que te dice «Sostenete así» mientras estás boca abajo agarrándote con cada mano los cachetes del culo para depilarte el ano violentamente de un tirón super doloroso. Bueno yo ya no podía «sostenerme» mas, para mi ese fue el punto final con mi relación con la depilación como lo fue con mi baja autoestima.

Sinceramente nunca sentí tal placer como el que sentí al verlos ahí crecidos al viento, tardaron algo así como 3 meses en estar crecidos y como 6 para estar en su máximo esplendor, y si.. en algún momento tenía que llegar el calor, y yo llegué a pleno.

Para ese momento ya estaba muy acostumbrada a tener pelos pero el resto del mundo no a ellos. Me di cuenta que no había tenido tanta repercusión la cuestión de tener pelo porque  no los había mostrado Ya estaban ahí.. nadie los veía. Cuando empezaron a ser más visibles empezaron los gestos, las caras, los comentarios.

  • Qué asco
  • Seguro ahora tenes bocha de olor a chivo
  • Amy dale depilate
  • Nadie te va a querer cojer asi
  • No vas a estar con nadie mas, eh
  • Amy depilate
  • Me enteré que tenes pelos. Hija de puta si no te depilas vos, voy yo y te depilo (si,esto fue real, comentario de mi propia tía «con humor»)
  • Qué horror
  • Sos una ridícula
  • Amy dale, ya fue hacerse la loca, es un asco, depilate.

¿Por qué yo me tengo que hacer cargo de lo que vos pensas de mi? ¿Por qué a vos te importa lo que yo hago con MI propio cuerpo? Me llamó muchísimo la atención como a la gente le gusta meterse en lo que hace o dejar de hacer una sin importarle en absoluto lo que una quiere. Sin tolerancia ni respeto. Y podría seguir esta lista infinitamente. Pero también tuve muchos, muchos comentarios lindos y positivos de algún que otro amigo y mis amigas sobre todo.

Llegó el verano, en diciembre decido irme a la playa con mi mejor amiga, vale aclarar que su mamá tiene un centro de depilación y estética y probablemente sea mi amiga qué más se cuida de los pelos. En fin, llegamos a Pinamar un 20 de Diciembre del 2016 de nuevo, para mi el escape, finalmente, donde puedo ser en paz, con mi amiga en tranquilidad sin la necesidad de demostrarle nada a nadie, simplemente siendo.

El primer día nos quedamos adentro, no nos expusimos al mundo exterior simplemente porque necesitábamos en momento de introspección y reflexión antes de poder exponernos al exterior, del cuerpo al aire, de estar enfrente a todo el mundo con el cuerpo que tengas y sintiéndonos lo suficientemente cómodas como para estar un dia entero en cuerpo sin importarnos que nos miren, dos chicas solas, en la playa. Retomando el tema de los pelos y mi amiga, fue algo bastante momentáneo, solo la primer hora de playa de realmente exponerme con mis hermosas axilas peludas es que me pude sentir completamente cómoda con quien soy en este momento, me amaba, amé sentirme fuertemente cómoda, acariciándome los pelos en la playa mientras la gente pasaba, que le importa poco lo que haces y dejas de hacer. Realmente cada uno está en la suya y es más un mito fundante que algo real. Es el imaginario que nos mata antes de liberarnos. Mi amiga me acepto hasta me dijo cuando me depile nuevamente “qué lástima, ya quería tus pelos”. Inclusive rompiendo con sus propios fantasmas hasta respetarme completamente. Porque los pelos no hace a la persona, tampoco hacen a la feminidad, ¿o si?

Finalmente, decido depilarme, después de un tiempo de salir con este chico que se depilaba, me pido por favor de una manera muy sutil y difícil de aproximar que me depile. Hay una realidad y es una sola: con pelos te chupan menos la concha.

Fue difícil sostenerlo por más convicción que tengo que siento y que además me gustan esteticamente, me sentía atacada constantemente. En mi familia, con mis amigas y algunas de las más íntimas, en la calle y en el colectivo. Lo loco es que las mujeres un poco más conservadores y poco respetuosas con nosotras mismas me miraban como si las estuviese atacando a ellas personalmente. Sobre todo extrañas en el colectivo cuando levantaba el brazo para agarrar el barrote más alto, donde quedaban completamente expuestos. En ese momento, donde se veían absolutamente todos mis pelos, pelo por pelo, en la axila, en las piernas, donde quieras había pelo. Yo me sentía fabulosa, me sentía fuerte, me sentía hermosa. Por alguna extraña, extrañísima razón, mis pelos afectaban a otras mujeres. En general a los hombres no les importaba tanto, si tengo, no tengo, nada. Pero también me llevó a pensar mi situación. Tener pelos me expuso a una situación de suma reflexión, conmigo como mujer y en mi entorno.

“Sería como enojarse con el viento porque nos despeina” El Perseguidor, Julio Cortázar.

 

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