MANDAMOS ABORTO AL 2020

*Nota publicada en El Pangolín (diciembre 2020)

El pasado Día del Militante Peronista, el presidente Alberto Fernández se hizo cargo de su promesa y mandó al Congreso el tan esperado proyecto de legalización del aborto. El año pasado fue la primera vez que la palabra aborto apareció en la campaña electoral y ahora disfrutamos la ocasión inédita que una ley de estas características provenga del poder ejecutivo. ¿Será que los derechos de las mujeres y las personas gestantes en nuestro país recién salieron del closet ahora? 

Ingresa a la cámara de Diputadxs, 10/12/2020

Valga una primera aclaración: técnicamente la interrupción del embarazo es “legal» por tres causales desde 1921, por eso en este momento estamos hablando de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) y no interrupción legal (ILE). Según el Código Penal argentino, hay tres instancias donde el aborto no es criminalizable: si es producto de una violación, si presenta un riesgo para la salud de la persona gestante y si la persona gestante es “idiota o demente”. En ese contexto, no es sorprendente que el primer proyecto presentado en el Congreso para que el Estado garantice el derecho a interrumpir un embarazo fuera de 1937. 

Lamentablemente, pareciera que hay integrantes del Poder Judicial que andan medios flojxs de compresión lectora. Tanto es así que en 2012, casi noventa años después de la promulgación del Código, la Corte Suprema de Justicia determinó en el fallo F.A.L. que las mujeres violadas no necesitan una sentencia judicial para acceder a un aborto legal y se amplió la definición de salud a la de la Organización Mundial de la Salud: no es solamente la ausencia de enfermedades sino el bienestar físico, mental o psicosocial. 

Segunda aclaración: tenemos que estar eternamente agradecidxs a los feminismos y a Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Por si dudaban: el mejor cartel abortero es de 1984 y la levantó María Elena Oddone en la movilización del 8 de marzo de ese año. La líder del Movimiento de Liberación Femenino alzó en alto su proclama “No a la maternidad, sí al placer” y se convirtió en una de las primeras mujeres en pedir por este derecho en las calles, aun cuando ni siquiera se había conquistado el derecho al divorcio vincular. Nuestros feminismos tienen una larga historia de organización y teje que se cristaliza desde 1986 en esos acontecimientos extraordinarios, masivos y diferentes a cualquier experiencia semejante en el mundo que son los Encuentros Plurinacionales de Mujeres, Lesbianas y Trans. Para lxs que no conocen, la dinámica de los Encuentros se trata de dos días de talleres en los que se organiza un temario y se generan conclusiones para seguir trabajando durante el año siguiente. En la edición número 17 en Rosario (2003), se realizó por primera vez un taller por la legalización del aborto y se armó un equipo de trabajo para pensar en estrategias de incidencia. También fue el nacimiento feliz del pañuelo verde que identifica la lucha por el derecho al aborto, aportado por Católicas por el Derecho a Decidir. 

El 28 de mayo (Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, en el santoral abortero) de 2007 la Campaña presentó por primera vez su proyecto de interrupción voluntaria del embarazo y la siguieron presentando cada dos años cuando perdía estado parlamentario. Hasta el 2018, cuando todo cambió. Ese verano el aborto había interrumpido en la televisión de la tarde a puro pañuelo verde y la palabra misoprostol entraba en la vernácula feminista. Cuando la Campaña presentó el proyecto por séptima vez, esta vez acompañado por las firmas de las diputadas Victoria Donda (Libres del Sur), Mónica Macha (Unidad Ciudadana), Romina del Pla (Frente de Izquierda y de los Trabajadores) y Brenda Austin (Unión Cívica Radical), fue también la militancia en las calles la que presionó para que el tratamiento comience. El entramado transversal y virtuoso entre la sociedad civil y sus representantes políticos se encontró con un baño de realidad al pasar a la Cámara Alta. Lo que no sabíamos era que tan rápido las lágrimas derramadas por la negativa del Senado tendrían revancha.

Tercera aclaración: la interrupción voluntaria del embarazo, la atención postintervención y el acompañamiento a los embarazos ahora es política de gobierno. A la par que ingresaba al Congreso el proyecto del aborto legal (Ley de Regulación al Acceso a la interrupción voluntaria del embarazo y atención postaborto, si se ponen quisquillosxs) también se incorporaba para su discusión parlamentaria el proyecto de ley del Plan de los Mil Días, un programa que busca mejorar la asistencia sanitaria a la persona gestante y sus hijxs basado en la experiencia de la provincia de San Juan. En la presentación del proyecto antes del debate en comisiones, el ministro de Salud Ginés Gonzalez García hizo énfasis que era un tema de salud pública y justicia social: “Cuando hay una diferencia tan distinta entre las mujeres que pueden y no pueden, la justicia social tiene que actuar”. Salpicó su presentación con una realidad inobjetable: “si esto fuera masculino, se hubiera resuelto hace mucho tiempo”, como si fuera un Papá Noel verde que viene a regalarnos verdades y el aborto.

Mientras se sucedían las intervenciones a favor y en contra del proyecto y algunos se tomaban la licencia poética de citar al Señor de los Anillos, el borde de lo real irrumpió: llegó la noticia de que una mujer cordobesa de 40 años, madre, casada, murió después de tres semanas de internación por un aborto hecho en condiciones inseguras. 

La diferencia entre la aventura parlamentaria de 2018 y este diciembre que promete siempre una de más es que podemos confiar en que los votos están o a lo sumo, se están rosqueando y que se cuenta con todo el apoyo del Ejecutivo para de una vez por todas salir del siglo pasado y que por fin, sea ley. 

Feminauta, como siempre, la única cumpliendo estrictamente los protocolos recomendandos por el ministerio de Salud para hacerle frente al covid-19.

Recordad:

No existe el vientre materno. No hay nada en el cuerpo humano que tenga ese nombre, a lo sumo podrás encontrar un útero si tenés suerte. 

La concepción es un término religioso, como hablar de ángeles o del Diego. Su análogo científico es fecundación y ese óvulo fecundado tarda una semana más en prender a la pared del útero. 

La vida no “comienza”. Ese óvulo y esa esperma ya estaban vivxs porque provenían de cuerpos vivientes y ¡menos mal! porque la necrofilia es un delito que no provoca embarazos.

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