Ayer fue noticia que el Presidente daría «luz verde» al debate sobre el aborto en el Congreso. ¿Eso cambia algo?
¡No! Repaso rápido de la composición de nuestra democracia (que tanto nos costó) son tres poderes separados: el ejecutivo (Macri y todxs sus ministrxs), el poder legislativo (todxs lxs legisladorxs) y el poder judicial (todxs lxs jueces). O sea, el hecho de que Macri esté en posición de dar «luz verde» sobre el funcionamiento de otro estamento del estado argentino es: 1) engañoso si consideramos lo estrictamente legítimo, 2) medio mafioso si consideramos el real funcionamiento de las cosas y 3) falaz si tomamos en cuenta que se necesita quorum para habilitar una sesión parlamentaria y ya están abriendo el paraguas por si no se da.
Las únicas responsables de que se debata por séptima vez un proyecto de ley son las integrantes de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, mujeres anónimas que ponen el cuerpo hace 15 años, no un hombre que ha dicho -con reminiscencias a Facundo Arana-: «Traer a un niño a este mundo es una de las cosas más lindas que le puede pasar a una pareja, una persona es la expresión más linda de amor que hay, siempre me quedo del lado de la defensa de la vida». No, Cristina tampoco estaba a favor del aborto y supo tener frases muy desafortunadas acerca del tema.
Siempre recordar que mientras la interrupción del embarazo se prohibe y se cuestiona por dogmas morales y religiosas, otras formas de intervención sobre el cuerpo humano, i.e. cirugías estéticas, métodos anticonceptivos hasta dietas y gimnasio, tinturas y maquillajes no causan el mismo rechazo desaforado. De todos modos, la Iglesia se enojó igual con Macri y el Monseñor Aguer nos regaló esta bella frase: «Hay una serie de contradicciones en el caso del Presidente actual, un hombre que ha sido formado en el colegio Newman y en la UCA, que yo creo que ni sabe hacerse bien la señal de la cruz, y ahora sale con estas cosas».
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